Cuenta una vieja leyenda que un buen muchacho, joven e impetuoso, pidió un consejo a uno de los sabios del pueblo, un consejo que marcaria su vida para siempre.
Aquel joven pregunto- ¿Cómo puedo tener las mayores riquezas del mundo?
Lograras tener todas las riquezas del mundo si logras tener una estrella- contesto el viejo sabio.
El joven se retiro algo confundido, casi aturdido y desilusionado por aquella respuesta.
Tras haber meditado poco tiempo, decidió estudiar el universo y sus constelaciones, para ver qué próxima estrella, fugas o eterna, caería a la tierra y así poderla tener.
Pasaron los años, el joven ya no era tan joven, pero aunque conocía los secretos más grandes del espacio estrellado y había visto caer varias estrellas, aun no habían desaparecido de su mente aquellas escasas pero profundas palabras.
Seguían pasando los años y el joven, luego adulto, ya era más viejo; ya había blanqueado su cabello, ya se había encorvado su espalda, su salud no era la misma y no podía dejar de recordar todos los días y todas las noches aquellas ahora borrosas palabras. ¿Cómo puedo tener las mayores riquezas del mundo? Lograras tener todas las riquezas del mundo si logras tener una estrella.
Ya viejo, enfermo y tendido en su lecho, a punto de recibir un congelado abrazo del crepúsculo más oscuro de su vida. Llamo a sus hijos ante su presencia y les dijo:
Siento que he creado una bella familia, he cosechado grandes frutos, he elaborado prosperidad y riqueza para mi familia y mi pueblo pero, algo aun no me deja descansar, aun no tengo una estrella.
Al escuchar esto, una pequeña niña se acerca a la cama, y el viejo le dice:
Pequeña Sirah, ¿qué me quieres decir?
Abuelo - contesta la niña - ¿para qué quieres una estrella? ¿Para qué te de luz, y para guiarte hasta el cielo como nos has guiado a nosotros en nuestros caminos?
Pues hija mía- respondió el abuelo- ya no se para que quiero una estrella, si tengo lindas personas como tú a mi lado.
Al terminar de decir esto, se rebeló ante el viejo una idea que él ya conocía, pero que no quería aceptar; y dijo: hacer mía una estrella no es encarcelar una tenue luz en las paredes de mi corazón...es hacer brillar cada momento a que mi corazón da vida...con Paz, Serenidad y Amor. Esa es la riqueza que siempre quise y que por amor encontré. Gracias Sirah.